Hola amor mío...
Escribo en prosa porque no puedo detenerme a pensar en rimas cuando fluyen las emociones y la ideas de esta manera en que hoy me abarrotan en alma. Y será quizás este silencio de la noche, mi confidente, mi amigo, mi confesor, quien me incita a decirte sin pensar demasiado para no coartar en nada las emociones, todas aquellas cosas que quizás en una rima pudieran sonar más poéticas pero nunca mas sinceras.
Ante todo ángel mío, tengo que hacerte saber cuánto te admiro. Eres una mujer como jamás imaginé que podrías llegar a ser: cariñosa, amable, fiel, segura y sobre todo muy capaz. Sin embargo además de todas esas cualidades y otras muchas como hermosa, fogosa, ardiente y traviesa, y otras tantas cualidades que aunque no lo sean tanto a mí me encantan, hay una que resalta por sobre todas tus cualidades: tu enorme capacidad de amar.
Efectivamente cielo mío, tu capacidad de dar amor a los que te aman y necesitan es infinita, lo veo cada día en la forma en que tratas a tus hijos, tus mascotas y tus amigos, hasta en la forma en que consideras a aquellos que no son nada de lo anterior. Sin embargo no es precisamente de esa capacidad específicamente que yo quiero hablar. La cualidad que más me impresiona de ti es esa enorme capacidad de amarme, si amarme a mí, esa hermosa cualidad que nunca imaginé que tuvieras. Efectivamente, jamás habría imaginado que podías amarme de la forma en que lo has hecho y lo haces, ni en mis más hermosos sueños contigo, mucho menos imaginé que pudiera ser realidad.
Yo sé que en este instante podrías estar pensando que exagero por alagarte, pero ¿qué dirías tú de una persona que ha sido capaz de guardar un sentimiento tan hermoso en su pecho y en secreto durante tantos años sin que este disminuyera ni se opacara siquiera un poco? No es poca cosa amor. Yo por mi parte no hice lo mismo, al contrario, yo intenté destruirlo, minimizarlo, o al menos esconderlo. Lo último fue lo único que logré, pero solo ante los demás.
Al principio sin yo siquiera proponérmelo comparaba tu boca en otras bocas, buscaba el roce de tu piel en otros cuerpos y jamás encontré ni siquiera por asomo aquella impresión que borrara tus recuerdos, una sonrisa que diluyera la tuya, un beso siquiera que pudiera parecerse a nuestros besos. Te borré de mi vocabulario, me prohibí mencionar tu nombre, pero este se repetía en lo profundo de mi mente y regresaba con cualquier detalle a mi memoria. Un lugar, una persona, una canción... Traté de escapar, incluso cambiar de aire, de rumbo, de historia, pero como ya sabes, me ha perseguido hasta más allá del mar tu sonrisa, y nunca pude ni siquiera por unos días olvidar tu olor, ese mismo que ahora inhalo extasiado cuando hacemos el amor.
Yo sé que has pensado muchas veces que fue tu culpa nuestra separación hace ya tanto, y guardaste en tu pecho junto a este amor un remordimiento que se convirtió en una espada que perforaba tu alma cada vez que pensabas en mí. Sin siquiera haber visto ni una sola foto mía, me guardaste en el alma, cobijaste mi recuerdo y lo atesoraste como quien atesora el secreto más grande, y me has dicho tantas veces como quisieras retroceder el tiempo para enmendar... Enmendar amor es algo que en nuestro caso ya hizo el destino. Efectivamente amor, por más que razono no consigo culpa de tu parte en lo que sucedió y si hay algo que perdonar que no lo creo, yo ya lo perdoné.
Nunca amor, pienses que lo que sucedió fue tu culpa. Si bien dijiste palabras que pudieron haberme desgarrado el pecho, esas palabras las puso en tu boca el destino, quien empeñado en separarnos nos hizo confrontar dos familias que querían lo mejor para sus hijos y no creyeron en nosotros o bien por nuestra corta edad o por diferencias de cultura y maneras de pensar. Imagino cuántas veces te dijeron que yo no era apropiado para ti, basta saber cuantas veces te castigaron por verme o hablar conmigo. Mis padres tampoco ayudaron, ellos al ver que los tuyos rechazaban a su hijo optaron por sentirse ofendidos y la pagaron contigo.
Yo era un joven un poco alocado, sin mucho juicio y la verdad lo único que tenía claro hasta ese momento en la vida es que te amaba. Mis esfuerzos y los tuyos fueron inútiles ante la presión, la distancia, el aislamiento y para colmo otro pretendiente con todo aquello que en esos momentos yo no podía ofrecerte. No puedo ni podré culparte jamás por tomar la decisión que tomaste, no puedo tampoco culparte por sentir que ya yo no te habría querido...
Yo se que muchas veces sigues pensando en esa supuesta culpa y hasta sientes que se te parte el alma cuando me dices, "amor, cuanto daño te he hecho", sin embargo amor, tú no me hiciste nada. Fue la vida, esa que nadie dijo jamás que tenía que ser justa, esa que decide al azar y a mí en ese tiempo solo me entregó cartas marcadas desde el principio.
Por tanto amor, quiero que a partir de ahora nunca más pienses de esa forma. Éramos niños y quizás aún lo somos, la diferencia ahora es que tenemos la capacidad de decidir por nuestros medios y si bien no es posible estar juntos aún como en realidad quisiéramos, estamos juntos y lo estaremos por siempre, incluso en otra vida, ya que tengo la seguridad esperanza mía de que un amor así no termina con la vida ni con el tiempo, un amor así es definitivamente eterno.
Nunca más llores amor por el pasado, piensa que ya tenemos un nuevo presente y que inclusive ya tenemos otro pasado, tantas cosas hermosas que recordar, y cientos de besos nuevos que nos hemos dado son solo el preludio de los millones de besos que nos debemos y pagaremos con gusto en esta y tantas otras vidas. Solo sígueme amando como hasta ahora, y perdóname tú a mí por haber sido tan orgulloso y no mirar atrás en tanto tiempo.
Te amo más allá del amor...