Eres, ese arcoíris que aparece anunciando el
sol tras la lluvia
el gran recuerdo eterno que se revive para
revivirme y revivirte
el momento de la vida en el que se decide todo
sin importar nada
la experiencia que se adquiere y sin embargo
nunca es suficiente
Eres, la sonrisa que tengo desde que regresaste
a mi triste vida
la verdad que me guía entre un mundo ajeno de
gentes sin rostros
la emoción que no se desvanece jamás y
acelera siempre el corazón
y que a pesar de haberla vivido tantas veces se
añora eternamente
Eres, la pieza exacta que completa el
rompecabezas de mi soledad
la paz que siento cuando imagino el futuro
aunque jamás te tenga
la lágrima de felicidad que recojo con mis
labios de tus mejillas
la canción que nunca quieres que termine
aunque conoces el final
Eres, el nombre que al pronunciarlo me hace más
grande el corazón
la piedad del samaritano que alivia la carga de
una vida monótona
la que puede hacerme perder la razón y sin
embargo me la devuelve
el ángel que regresó a mi vida sin
condiciones y sin pretensiones
Eres, la mujer que colma mis deseos y desborda
mis ansias de amar
la piel que nunca me cansaré de acariciar,
desesperadamente besar
el juramento de este amor eterno que prometo
respetar hasta morir
la única razón y el contenido de todas y cada
una de mis poesías
Eres la verdad, la ilusión, el motivo y ahora
también la realidad
la última de mis locas aventuras y la más
hermosa aventura eterna
la línea del horizonte que me invita a
descubrir el fin del mundo
donde los sueños son reales y las historias
imposibles pueden ser
Eres, si que eres más de lo que jamás esperé
vivir en estas horas
la dueña de esos ojos que me escudriñan el
alma con solo mirarme
la princesa de un cuento que puedo escribir a
medida que lo vivo
la religión que profeso y la propietaria de
mis próximos versos...
Eres mía.
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